Corrían los años setenta y la cita era en Roma. La magia sucedería en el taller de Alonso: tanto él como Antonio Berni tendrían la oportunidad de retratar al genio del bandoneón.
Cuenta Alonso: “Ástor nos posó a los dos y mientras dibujábamos tocaba, improvisaba, fue un momento supremo”. La historia de ese momento, de alguna manera, se rememora en este sello postal.

Piazzolla tiene los ojos cerrados, seguramente embelezados tras alguna melodía.

La obra forma parte de una colección de arte correo, propiedad del Museo Legislativo de la HCDN, de doce sobres del Día del Arte Correo, edición 2003.