Pañuelo con monograma del diputado de la Nación Leandro N. Alem.

   Con este pañuelo junto a otros objetos fue hallado muerto Leandro N. Alem. Mucho tiempo se creyó que la mancha presente en el mismo era debida a una marca de sangre producida en el momento del suicidio. Sin embargo, luego de haber sido enviado a analizar al INTI, se comprobó que estas fueron provocadas por la oxidación de las llaves de su casa.
    La noche del 1 de julio de 1896 Leandro Alem dejó a amigos y correligionarios en su casa diciendo que debía hacer un trámite. Tomó un coche con dirección al Club del Progreso. Al llegar, el conductor lo encontró muerto. Su cuerpo fue colocado en una mesa en el interior del Club, frente a la consternación de los presentes. En pocos minutos, la noticia se expandió por la ciudad. Comenzó la peregrinación de la multitud que al día siguiente lo acompañó hasta la Recoleta. Los relatos coinciden en que nunca antes se había visto a tantos pobres, a tantos vecinos de barrios populares, tomar la calle para despedir a su líder. Ni se volvería a ver por muchos años. Esa noche estaba vestido como siempre. Ropa oscura, bastón y galera algo caída sobre los ojos. En el saco, el revólver, las llaves, un pañuelo con sus iniciales bordadas y una nota intentando aclarar la situación: “Perdónenme el mal rato, pero he querido que mi cadáver caiga en manos amigas y no en manos extrañas, en la calle o en cualquiera otra parte”, decía. Si bien el motivo de su suicidio no está totalmente confirmado, muchos historiadores y biógrafos coinciden en que algunas posibles causas que lo llevaron a dispararse en la sien fueron: traiciones políticas, corrupción gubernamental, desengaños amorosos y hasta una infancia traumática.